jueves, 10 de enero de 2013

XXV Maxinimias, parajodas, refracciones, desdichos y mandamentadas. Parte 2.


XXVI.
Confío menos en las mujeres que en los gatos. Por eso tengo perro.



XXVII.
Por favor, no me disculpen por burlarme de ustedes.



XXVIII.
Muchas parejas que se casan, se conocieron en bodas a las que asistieron. Yo tengo tanta mala suerte que por eso me abstengo de presentarme en alguna.



XXIX.
Pareciera que el propósito del ajuar con que se atavía a aquellos a quienes se les concedió un doctorado honoris causa, es hacerlos —ver— menos inteligentes, y “más accesibles” —¿humanos?— para la concurrencia.



XXX.
Una mujer que respeta más a tus billetes que a ti, vale lo mismo que tú.



XXXI.
En México cuando hay más congestionamiento de lo normal, es porque los policías de tránsito “agilizan” el flujo vehicular, manipulando el semáforo.



XXXII.
¡Infeliz época para nuestros padres y abuelos, en la cual les preguntaban sus esposas!: “¿Has visto el burro para planchar?”



XXXIII.
INDEFINICIÓN (1). Botánico: dícese de aquel que prepara y sirve la botana.



XXXIV.
La “x” de México sigue siendo una incógnita.



XXXV.
Si te causé una impresión equivocada, me disculpo sinceramente contigo: ¡Yo no tolero pendejadas!



XXXVI.
Hay inocencias perversas —sobre todo cuando de mujeres jóvenes se trata.



XXXVII.
El dinero tiene la facultad de convertir a los desconocidos en conocidos, y a los conocidos en desconocidos.



XXXVIII.
Lo único que no me gusta de la literatura son los escritores.



XXXIX.
El otro día reflexionaba acerca de que hace mucho tiempo que no le parto la madre a nadie... ¿Algún voluntario?



XL.
Yo no le deseo mal a “nadie”, sólo a ti.



XLI.
Los seres humanos poseen la característica peculiar de querer olvidarlos entre más se les conoce.



XLII.
Desdicho 1.
(Inspirado en mi experiencia conviviendo con los mexicanos.)

“En tierra de ciegos, el tuerto es bufón.”



XLIII.
Soy una persona simple. Por tanto, conmigo las cosas son fáciles: si tengo la oportunidad de chingarte, lo haré.



XLIV.
INDEFINICIÓN (2). Temblor: Dícese de la sacudida que no se disfruta.



XLV.
INDEFINICIÓN (3). Pedófilo: Dícese de aquel que ama emborracharse.

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Méx. Pedo. Borracho, fiesta, borrachera.



XLVI.
La mujer enamorada es “una flor que se abre”... ¡Una flor carnívora!



XLVII.
Los premios literarios los otorgan los amigos que se cuentan con los dedos de la mano.



XLVIII.
Sólo sirvo a quienes me sirven.



XLIX.
El diplomático tiene escasos amigos entre sus muchos conocidos.



L.
En esta época los caballeros sólo usan guantes... para lavar los trastes. 





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