lunes, 7 de enero de 2013

XX Agreguerías. Parte XVI.


CCCI.
El “matrimonio” siempre me ha sonado a “martirio”.



CCCII.
Los niños que se hurgan profundamente la nariz actualizan los antiguos ritos funerarios egipcios.



CCCIII.
Quien se come las uñas toca la armónica del nerviosismo.



CCCIV.
La cama de los padres es el trampolín desde el que los niños traviesos se avientan de cabeza a la alberca sin agua.



CCCV.
Los jugadores profesionales que le muestran a la prensa la camiseta de su nuevo equipo parecen promocionar un detergente de ropa.



CCCVI.
Los pisos cuadrados me hacen sentir alfil.



CCCVII.
Por culpa de las aves rapaces crucificaron al espantapájaros.



CCCVIII.
Los carniceros se visten de blanco... igual que los médicos.



CCCIX.
Al quitarle el condón al pene la serpiente muda de piel.



CCCX.
Los pulsos —“fuercitas”, como se les dice en México— son saludos prepotentes de mano.



CCCXI.
Los museos son los zoológicos del arte, donde eventualmente nos cruzaremos con uno que otro animal.



CCCXII.
El apostador masturba a los dados antes de lanzarlos.



CCCXIII.
El puercoespín es un cerdo rebelde.



CCCXIV.
La vida le da vueltas en la rueda de la (mala) fortuna al pollo rostizado.



CCCXV.
Las polainas son los grilletes que liberarán la fuerza y la velocidad del atleta.



CCCXVI.
Al que se le descose la costura, además de “desdichado”, bien se le puede llamar “deshilachado”.



CCCXVII.
Uno no se percata de cuánto ha crecido hasta que toma “jarabe para adulto”.



CCCXVIII.
Las espinas de las rosas siempre son envidiosas de las prendas nuevas.



CCCXIX.
La última esperanza de las calcetas es encontrar pareja en la bolsa de los calcetines impares.



CCCXX.
Los alumnos disfrutarían más de la clase de geometría  si el profesor explicara las figuras, a partir del helado de barquillo, el trapecio del circo, la esfera del árbol de navidad...






Imagen de Christopher Gilbert.

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