DI.
Los teatros romanos son
abanicos desplegados de piedra.
DII.
El grifo padece de gripe.
DIII.
Esas básculas antiguas de las
farmacias mexicanas eran rastrillos gigantes o relojes de pie descompuestos que
marcaban mal la hora.
DIV.
Agreguería
sobre las agreguerías: Donde ustedes ven una silla, yo veo la
letra hache.
DV.
Las olas nos sirven la cerveza
espumosa a la orilla del mar.
DVI.
Los alfareros moldean sus
piezas de barro al ritmo de la tornamesa.
DVII.
Los epitafios son frases
lapidarias.
DVIII.
Las palomas mensajeras eran
pájaros de mal agüero.
DIX.
Al abrir uno de esos
refrigeradores nuevos experimento la sensación de que me subiré al ascensor.
DX.
El viento le despeinó la canosa cabellera al cielo.
DXI.
Al peje lo pescaron cuando
mordió el anzuelo de la j.
DXII.
Siempre que pienso en el cementerio
de elefantes me viene un recuerdo de memoria.
DXIII.
Invariablemente el rayo llega antes que
el trueno cuando juegan a las carreras.
DXIV.
La prisión de Alcatraz siempre
parece estar detrás.
DXV.
Cuando le saco punta al lápiz
con el sacapuntas exprimo un trapo simultáneamente.
DXVI.
Los calvos no tienen con qué
esconder las ideas que conciben.
DXVII.
Para las mujeres el sexo es una
carrera con obstáculos.
DXVIII.
El pene observa a las mujeres desde una ranura muy pequeña.
DXIX.
A las coladeras les huele mal
la boca.
DXX.
Los libros viejos vuelven a su
origen: con el tiempo huelen a madera otra vez.