CCCXLI.
La existencia: el circunloquio
del pañal para niños que se convierte en el pañal para adultos.
CCCXLII.
Ano: ruta de evacuación; pene:
ruta de eyaculación.
CCCXLIII.
Depósitos vacíos: los
bancarios.
CCCXLIV.
El
pulque era la leche con que los borrachos se iban a dormir... la mona.
CCCXLV.
Caries, crisis de los dientes.
CCCXLVI.
Bola de estambre: maraña de
ideas.
CCCXLVII.
El soldado se asoma desde la
trinchera para ver si ya acabó la guerra.
CCCXLVIII.
La mañana se quita la niebla de
los ojos.
CCCXLIX.
Las
fresas no se comen, se masacran.
CCCL.
¡Vaya
que algunas prendas sí son dignas de ser el último grito de la moda!
CCCLI.
Las moscas son vibraciones
aladas.
CCCLII.
Hay escaleras hechas para
trepar al cielo, y otras construidas para subir caminando a él.
CCCLIII.
Las nueces de la India escuchan
que nos las vamos a comer.
CCCLIV.
El frío del amanecer es más
frío que el de la madrugada.
CCCLV.
Excusamos una disculpa al escusado:
Excuse-moi ! [Fr. ¡Discúlpame!]
CCCLVI.
Los
primates del zoológico nos despiertan la curiosidad que tenemos en nosotros
mismos.
CCCLVII.
La cala siempre me ha parecido
el ganso de las flores.
CCCLVIII.
Las agreguerías se encuentran
en las uniones de la red que teje la araña: ahí donde el mundo converge.
CCCLIX.
Los buitres hipnotizan desde el
aire a sus presas agonizantes.
CCCLX.
Cuando
visitamos la sección de los primates en el zoológico, experimentamos la
sensación de que vamos a la casa de un pariente.
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