lunes, 7 de enero de 2013

XX Agreguerías. Parte XVIII.


CCCXLI.
La existencia: el circunloquio del pañal para niños que se convierte en el pañal para adultos.



CCCXLII.
Ano: ruta de evacuación; pene: ruta de eyaculación.



CCCXLIII.
Depósitos vacíos: los bancarios.



CCCXLIV.
El pulque era la leche con que los borrachos se iban a dormir... la mona.



CCCXLV.
Caries, crisis de los dientes.



CCCXLVI.
Bola de estambre: maraña de ideas.



CCCXLVII.
El soldado se asoma desde la trinchera para ver si ya acabó la guerra.



CCCXLVIII.
La mañana se quita la niebla de los ojos.



CCCXLIX.
Las fresas no se comen, se masacran.



CCCL.
¡Vaya que algunas prendas sí son dignas de ser el último grito de la moda!



CCCLI.
Las moscas son vibraciones aladas.
                


CCCLII.
Hay escaleras hechas para trepar al cielo, y otras construidas para subir caminando a él.



CCCLIII.
Las nueces de la India escuchan que nos las vamos a comer.



CCCLIV.
El frío del amanecer es más frío que el de la madrugada.



CCCLV.
Excusamos una disculpa al escusado: Excuse-moi ! [Fr. ¡Discúlpame!]



CCCLVI.
Los primates del zoológico nos despiertan la curiosidad que tenemos en nosotros mismos.



CCCLVII.
La cala siempre me ha parecido el ganso de las flores.



CCCLVIII.
Las agreguerías se encuentran en las uniones de la red que teje la araña: ahí donde el mundo converge.



CCCLIX.
Los buitres hipnotizan desde el aire a sus presas agonizantes.



CCCLX.
Cuando visitamos la sección de los primates en el zoológico, experimentamos la sensación de que vamos a la casa de un pariente.







Nueces de la India.

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