lunes, 31 de diciembre de 2012

XX Agreguerías. Parte XIV.


CCLXI.
El viejo sordo que se coloca el cuerno en el oído, escucha el llamado a la guerra del corno (aerófono) del pasado.



CCLXII.
Nada nos hace sentir tan solos como haber perdido un guante.



CCLXIII.
La arena es sal que se quedó dormida bajo el sol abrasador.



CCLXIV.
El último lapso del “año viejo” contiene el reloj regresivo de una bomba de tiempo.



CCLXV.
Las “cachetadas con guante blanco” desaparecieron cuando se extinguieron los caballeros de la faz de la tierra hace ya algunos millones de años.



CCLXVI.
Los primeros cronómetros parecían brújulas para ubicarse en el tiempo.



CCLXVII.
La tristeza de las cebollas es contagiosa.



CCLXVIII.
La respiración de boca a boca es el beso que, a pesar del mal aliento, se da por compromiso con la vida.



CCLXIX.
Los fuegos artificiales son las fuentes brotantes de la noche.



CCLXX.
Las carreteras son los cementerios de los restos animales insepultos.



CCLXXI.
Cuando uno viaja a la provincia experimenta la sensación de ser un elemento artificial colocado arbitrariamente dentro de la maqueta del paisaje natural.



CCLXXII.
La nopalera es un ejército de babosos.



CCLXXIII.
El ombligo es el botón que se le bota a nuestro chaleco cuando comemos demasiado.



CCLXXIV.
La parte de la reja de la amada que da a la calle, es la cárcel al aire libre más estrecha que existe para el enamorado.



CCLXXV.
Agreguería inspirada en una fotografía publicada en la red: El foco economizador es hijo de la bombilla y el helado suave de máquina.



CCLXXVI.
Las gaviotas son las ratas del aire.



CCLXXVII.
Cuando el alcohólico se sienta en el desayunador de la cocina por la mañana, y está a punto de pedirle un trago al cantinero, se percata a tiempo de que su mujer está del otro lado de la barra.



CCLXXVIII.
Las personas que padecen de “nevus de ota” tienen eclipse de ojo y/o cara.



CCLXXIX.
Los primeros aviones caminaron con inseguridad por la cuerda floja de la aeronáutica.



CCLXXX.
Quien abre un regalo debe tener cuidado de que la sorpresa no le explote en la cara.






sábado, 29 de diciembre de 2012

XX Agreguerías. Parte XIII.


CCXLI.
La Kaaba es la brújula del Islam.



CCXLII.
Los lentes de sol y los audífonos son el disfraz carnavalesco del hombre invisible contemporáneo.



CCXLII.
El cacto tiene las manos arriba porque el cowboy le apunta con su revólver Colt.



CCXLIII.
Los rayos son los flashes de las cámaras antiguas de los dioses paganos cuando turistean en la Tierra, retratando a los edificios suntuosos de las nuevas religiones.



CCXLIV.
El creador no era tan original como se cree: copió el modelo de los cerebros y cráneos humanos de las nueces.



CCXLV.
Cuando el tren se descarrila y mueren muchas personas, el coleccionista lo vuelve a colocar en las vías para que continúe con su recorrido.



CCXLVI.
Los automóviles siguen de frente y prenden rápidamente sus luces en la carretera porque de noche les dan miedo los fantasmas.

__________
Méx. Fantasma. Indicador de alineamiento que se levanta a un costado de la carretera para mejorar la visibilidad.



CCXLVII.
Las aves se meten el pantalón dentro de las botas para que no se moje cuando llueve.



CCXLVIII.
Las sandalias son las pisadas de plástico que dejamos atrás cuando corremos.



CCXLIX.
El jabón y la toalla de hotel son huéspedes frecuentes de nuestras casas.



CCL.
Le restregamos los enormes ojos imaginarios a nuestra motocicleta chopper cuando la aceleramos.



CCLI.
Las torres de los castillos vigilan de pie el sueño de la princesa o la bruja que duermen dentro del cuento.



CCLII.
El sacacorchos practica la calistenia cada vez que se encuentra con la botella de vino.



CCLIII.
Claude Debussy compuso la melancolía para la música de piano.



CCLIV.
Los hombres se despojan de la bata para pelear con sus mujeres en el cuadrilátero amoroso, a sabiendas de ganarán cuando les peguen debajo del cinturón.



CCLV.
Preferimos sentarnos al borde de la cama a lanzarnos al precipicio de nuestra desesperación.



CCLVI.
Los nudistas son peces empanizados que se pasean por la playa. 



CCLVII.
El pianista frena, acelera y pita sobre el teclado mientras ocasionalmente se asoma por el retrovisor de la partitura.



CCLVIII.
El acordeón es el fuelle con que se aviva el ánimo del público durante el baile.



CCLIX.
Las puertas y ventanas que el viento abre y cierra nos dicen: “Anden, vayan.”



CCLX.
El perro nos sonríe sardónicamente antes de mordernos.







viernes, 21 de diciembre de 2012

XX Agreguerías. Parte XII.


CCXXI.
Los buzos de antes llevaban una pecera en la cabeza para pasar desapercibidos en el mar.



CCXXII.
La bruja de los cuentos infantiles dilapidó el oro que había dentro del caldero que le robó al duende del arcoíris.



CCXXIII.
Llamamos astronautas a los buzos que flotan en el espacio exterior.



CCXXIV.
Seguramente a los generales famosos de la historia les sucedía lo que a los niños con sus soldados de plástico: no les importaba perderlos en el campo de batalla porque tenían muchos repetidos.



CCXXV.
La mariposa es el moño con que envolvieron la bomba de tiempo que llamamos planeta.



CCXXVI.
La Naturaleza no se obsequia a sí misma con insignificantes ramilletes de flores.



CCXXVII.
El chaleco es una camiseta sin mangas ni cuello que usamos en temporada de frío para que nos caliente el pecho y se nos enfríen los brazos y la garganta.



CCXXVIII.
El aspersor escupe el chorro de agua por el chiste que le contaron recientemente.



CCXXIX.
Alguna vez cuando defeco se me escapa involuntariamente una lágrima por la mejilla, y me pregunto si no será un modo inconsciente de despedirme de lo que comí.



CCXXX.
El bostezo aspira a ser un alarido eterno; sin embargo, no es sino un grito sordo que se apaga y nos deja los ojos anegados de lágrimas sin verter.



CCXXXI.
La perspectiva nos guiña el ojo del anillo, mostrándonos simultáneamente la pequeñez que hay dentro de su circunferencia, y la vastedad fuera de ella.



CCXXXII.
Seña con la mano de que “todo está perfecto”. Anillo de dedos: catalejo por medio del que los locos miran alejarse su cordura en el horizonte.



CCXXXIII.
El jorobado salió de casa demasiado temprano y se olvidó de quitarle el gancho a la camisa.



CCXXXIV.
El alcohol es el lubricante sexual de los tímidos.



CCXXXV.
Más le habría valido al adivino no decir anoche: “Ahora sí voy a caer muerto.” Porque eso fue precisamente lo que sucedió.



CCXXXVI.
Las agreguerías son manos que se introducen en la tómbola de mi cabeza, y revuelven mi cerebro para sacar pequeños pedazos de papel de mi vida con palabras escritas en ellos.



CCXXXVII.
La garza que camina ante mis ojos es un dinosaurio que revive en mi imaginación.



CCXXXVIII.
Los caracoles son los teléfonos desechables con que el mar se comunica con la tierra.



CCXXXIX.
Los creyentes que rezan dentro de los templos siempre parecen estar cansados.



CCXL.
La regadera nos rebautiza con agua de la llave.





Imagen de la película Un chien andalou, Un perro andaluz, de Luis Buñuel, que data de 1929.

XX Agreguerías. Parte XI.


CCI.
De pronto se apoderó de mí una profunda tristeza por todas las cebollas que apuñalé.



CCII.
El agua salada me sabe a sed de mar.



CCIII.
Alguien rompió el vidrio del paisaje y, de paso, me estrelló la mirada.



CCIV.
Una mujer de piernas hermosas parece no tenerlas cuando viste pantalón holgado.



CCV.
Los viejos huelen a crema de tiempo perfumada con muerte.



CCVI.
Avispa: abeja que se hizo la lipoescultura.



CCVII.
Besamos al libidinoso que babeó la mejilla de la joven mujer a la que saludamos.



CCVIII.
Los católicos que se casan al amparo de la cruz en la iglesia, se sienten en el altar como los animales inmolados en las ofrendas a los dioses “paganos” antiguos.



CCIX.
El muerto vuelve a morir cuando su prole no engendra descendencia.



CCX.
Los ministros son siniestros.



CCXI.
A la noche se le caen pedazos de murciélagos cuando agita las alas.



CCXII.
Los rayos le desgarran las entrañas a la Tierra.



CCXIII.
Inspirada en el haikú Sandía de José Juan Tablada: “¡Del verano, roja y fría/  carcajada,/ rebanada/ de sandía!”

La sandia está triste porque le arrancaron una carcajada a cuchilladas.

      

CCXIV.
El Gran Cañón tiene las rodillas raspadas de millones de años.



CCXV.
Greguería visual: ¡Maldito Walt Disney y sus películas: por su culpa ahora veo teteras que hablan!



CCXVI.
Ramón: El avestruz mete la cabeza debajo de la tierra para ver si se encuentra con el cisne que la metió debajo del agua.



CCXVII.
Gracias al ballet no puedo dejar de pensar en los avestruces cuando veo las piernas de la bailarina.



CCXVIII.
Sembradíos de crucificados. Eso son los cementerios.



CCXIX.
En los estornudos yace la memoria de los olvidados.



CCXX.
Los químicos acampan en el laboratorio, y se reúnen alrededor del mechero bunsen para asar bombones y contar historias de terror sobre armas químicas.






La imagen pertenece al fotógrafo español, Chema Madoz (1958).

lunes, 17 de diciembre de 2012

XX Agreguerías. Parte X.


CLXXXI.
Berlín es un parque temático vivo del racismo con guías xenófobos que hablan en alemán. (Esta agreguería, por cierto, es racista.)



CLXXXII.
La ciudad de Burdeos se parece mucho a las ilustraciones de las ciudades francesas de los libros de francés.



CLXXXIII.
Toledo es la única ciudad antigua que posee una escalera eléctrica desde donde se ve la modernidad.



CLXXXIV.
La cuchara es la catapulta con que el niño hace papilla a sus enemigos.



CLXXXV.
Barcelona fue edificada por las gárgolas.



CLXXXVI.
Las vistas de los bosques vieneses las sacaron de un cuadro paisajístico.



CLXXXVII.
Budapest es una ciudad museo al aire libre.



CLXXXVIII.
París es esa ciudad habitada por gárgolas en la que destaca una plataforma petrolera con la que los turistas se quieren fotografiar.



CLXXXIX.
En Ámsterdam uno se emborracha —incluso sin beber cerveza— de tanta agua.



CXC.
Los tomates son armas de diversión masiva.



CXCI.
El perro es el corcel en que los niños marchan a la guerra al frente de sus soldados de plástico.



CXCII.
El piloto de combate mata su impaciencia antes de subir al avión mientras calienta el pulgar, sacando y metiendo la punta del bolígrafo.



CXCIII.
A la pluma fuente se le escurren las letras cuando la sacudo.



CXCIV.
El arpista le hace cosquillas al viento con su interpretación.



CXCV.
Los zapatos tenis son los corsés de los pies.



CXCVI.
Audífonos: orejeras de los melómanos solitarios.



CXCVII.
El dinosaurio, ese gigantesco y temible monstruo prehistórico de juguete con que se divierten los niños de esta época.



CXCVIII.
El citador de frases es un “reductor de cabezas” de libros.



CXCIX.
¿Será que quien le pide al cantinero “lo mismo” que su acompañante, pretende ponerse “igual” de pedo que éste?



CC.
Se avecina una tormenta: el tipo que da el clima en las noticias se puso la capucha y abrió su paraguas.





XX Agreguerías. Parte IX.


CLXI.
El cantinero orina en nuestro vaso cuando nos sirve de beber.



CLXII.
La jeringa se excita y eyacula cuando ve el trasero que inyectará.



CLXIII.
En su búsqueda de alimento el gallo le hace el sexo oral a la tierra.



CLXIV.
El levantador de pesas carga la ley de la gravedad.



CLXV.
El fumador pronto se convertirá en las cenizas de su cigarro.



CLXVI.
La hamaca es una resortera tropical.



CLXVII.
Algunas mujeres se envuelven como regalo que se vende.



CLXVIII.
El calvo parece mentarle la madre al Señor cuando se persigna en la iglesia.



CLXIX.
La eyaculación femenina es el yacimiento petrolífero que descubrió por accidente la perforadora en el desierto.



CLXX.
Las nalgas, más que “asentaderas”, “posaderas”..., deberían llamarse “agarraderas”.



CLXXI.
Los mineros buscan la oscuridad con sus lámparas.



CLXXII.
Me siento el conductor de una locomotora de vapor cuando jalo la cadena de la ducha para bañarme.



CLXXIII.
Somos nuestros propios emperadores en el coliseo romano cuando viajamos de pulgar.



CLXXIV.
La vejez es el bastón sobre el que se encorva nuestra existencia.



CLXXV.
No hay bastón de dulce más amargo que aquel con que nos obsequian cuando estamos viejos.



CLXXVI.
Según ustedes, la libertad es una cadena rota, el tañido de una campana, una bandera ondeante...



CLXXVII.
Praga es la maqueta de una ciudad dentro de un castillo.



CLXXVIII.
Las edificaciones de Brujas están hechas de galletas, chocolates y dulces.
                                       


CLXXIX.
Estambul: El cielo se siente amenazado por las cúpulas y los minaretes de las mezquitas —los cascos y las armas de los guerreros otomanos respectivamente— que lo amenazan desde el suelo.



CLXXX.
Londres tiene un reloj gigante de pulsera en el brazo del Támesis.





jueves, 13 de diciembre de 2012

XX Agreguerías. Parte VIII.


CXLI.
La primera relación sexual del hombre adolescente es el último juguete de su niñez.



CXLII.
La antena radiofónica es un cohete espacial frustrado.



CXLIII.
Cada vez que como elote se me desgranan los dientes.



CXLIV.
El agua se divierte derramándose mientras gira en la rueda de la fortuna de la noria.



CXLV.
Pasar por un túnel es como viajar al interior de la mente.



CXLVI.
El agua ya puso la mesa: incluidos el mantel y el tazón del nenúfar.



CXLVII.
Cuando suena la campana, el boxeador sale a tomar su recreo en el cuadrilátero y regresa a la banca del salón de la esquina como si lo hubieran noqueado.



CXLVIII.
El cabestrillo le hace honores a la bandera.



CXLIX.
The keyboards are the puzzle from our time. [Ing. Los teclados son el rompecabezas de nuestro tiempo.]



CL.
Si alguien sueña con nosotros, nos mantiene soñando despiertos.



CLI.
Las estatuas siempre posan para la foto.



CLII.
Afortunadamente todavía hay más árboles hechos de trinos y cantos, que de hojas y ramas.



CLIII.
La guitarra es una mujer decapitada colgada de los pies.



CLIV.
El instructor de la escuela de manejo que acompaña al aprendiz pisa el freno imaginario desde el asiento del copiloto.



CLV.
El pedo es el eructo que se expele por el ano.



CLVI.
El violonchelista prefiere bailar sentado el vals con el violonchelo.



CLVII.
El anciano que da sus últimos pasos con la ayuda de la andadera, recuerda cuando dio los primeros en ella durante la infancia.



CLVIII.
Uno no se puede poner cómodo durante mucho tiempo en la silla eléctrica.



CLIX.
Al futbolista lesionado lo transportan en camilla, después de rescatarlo debajo de los escombros del partido insufrible.



CLX.
Las personas se pueden sentar en la silla eléctrica a descansar por un momento para siempre.