LXI.
Los condones de las fiestas
privadas adultas fueron inflados como globos durante las fiestas infantiles.
LXII.
La
bocina del automóvil es el aditivo de saliva y voz del conductor cuando
ofende a su semejante.
LXIII.
Los semáforos son guiños
caprichosos de colores.
LXIV.
El
“espantasuegras” es la lengua que
quisiera sacarle el yerno a su madre adoptiva.
__________
Méx. Espantasuegras
es el nombre que recibe en México el “matasuegras”. Se trata de un tubo
enroscado de papel que tiene un extremo cerrado, y el otro terminado en una
boquilla por la que se sopla para que se desenrosque bruscamente el tubo y
asuste por broma.
LXV.
El orangután es el spiderman, “hombre araña”, de los simios.
LXVI.
A falta del cable con que
jugar, las jovencitas de esta época enredan su cabello con el dedo mientras
conversan por teléfono inalámbrico.
LXVII.
Cuando el cowboy porta sus botas, da la impresión de que la víbora
—convertida en cinturón— con que se sostiene los jeans, tiene piernas.
LXVIII.
Los seres humanos instalan
carpas para que los rayos de sol y las gotas de lluvia jueguen a la
resbaladilla.
LXIX.
El Coliseo romano es una taza
despostillada que se les cayó a las civilizaciones con sed de poder.
LXX.
A la granada verde nunca le han
sonado la nariz.
LXXI.
La bicicleta es un caballo con
dos ruedas que no deja de andar hasta que se cansa el animal que la monta.
LXXII.
El abanico de billetes no quita
tanto el calor como la inseguridad.
LXXIII.
Cuanto el restaurante ofrezca
en su carta la “pasta de tornillo”, tiene que disponer en sus bebidas de un
“destornillador” para pasarse el plato referido.
LXXIV.
Cuando la luna se ve durante el
día, es porque pasó una noche muy difícil en el trabajo —tanto que se quedó
dormida, y se olvidó de irse a casa a descansar.
LXXV.
Leo la palabra “bostezo” y me
da sueño.
LXXVI.
Era tan perezoso y glotón que
lo único que leía era el menú.
LXXVII.
El refrigerio nos deja abierta
la puerta del hambre.
LXXVIII.
El reptil es un juguete de
acción inservible hasta que el sol matinal le recarga las pilas.
LXXIX.
Desde niño ya sospechaba que el
limón y la naranja eran primos hermanos.
LXXX.
Las cópulas... cúpulas de las
iglesias se me semejan a los “platos de limosnas”, pero volteados. Es decir,
vaciados dentro de los “bolsillos que no tienen las sotanas ni los viejos
hábitos...”, luego de que se los ofrecieran al cielo, y nadie les contestara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario