CDXXI.
La imagen caricaturizada y convencional de las
cigüeñas que traen a los bebés a este mundo envueltos en un pañuelo, genera en
mí la de una mano que sujeta con dos dedos y aleja con repugnancia un pañal
blanco rebosante de mierda.
CDXXII.
La cerveza es tan alcahueta que, después de
ponerles el bigote de espuma, hace ver de mayor edad a los adolescentes que se
embriagan en la taberna.
CDXXIII.
Las
vaginas fuman pitillos.
CDXXIV.
La lámpara de la mesita de noche es una
sombrilla a la que no le gusta el sol.
CDXXV.
Al micrófono de pedestal siempre le acomodan la
corbata antes de que se dirija al público.
CDXXVI.
El hipnotista
tomó clases con el reloj de pedestal.
CDXXVII.
Todos
ocupan las almohadillas para descansar, excepto los sellos de goma.
CDXXVIII.
El cucú
es un resorte que se le salió al colchón de la cama de la habitación de la
casita del reloj.
CDXXIX.
El
estornudo es un homenaje de saliva de cuerpo presente.
CDXXX.
Los
bolsos mujeriles son casas ambulantes que salen a dar la vuelta por la ciudad.
CDXXXI.
Pedestales:
memoria de vírgenes vestales.
CDXXXII.
Cine:
teatro acondicionado con televisor gigante.
CDXXXIII.
¡Ya me
imagino la cara de aquel que sacó del agua al Pescado Original!
CDXXXIV.
La
bastonera lleva su hisopo durante el desfile para limpiarle los oídos al
público que escucha a la banda.
CDXXXV.
El anciano marca con el bastón los latidos que
le quedan en el corazón.
CDXXXVI.
En las ceremonias de entrega de
premios se graban las risas falsas que posteriormente se usan en las teleseries
de comedia.
CDXXXVII.
Pocos viajes son tan placenteros como
convertirse en turista dominical de la ciudad en que se vive.
CDXXXVIII.
Es ofensivo que después de
pagar lo que se paga en servicios públicos, el cielo de la ciudad tenga todas
las estrellas fundidas.
CDXXXIX.
Cuando veo a las golondrinas me
dan ganas de despedirme de la gente.
__________
Méx. “Las
golondrinas”, canción que en realidad se llama “La golondrina”, y cuya letra se
atribuye al español Niceto Zamacois, fue musicalizada por Narciso Serradel. Se
ha convertido en la canción de despedida por antonomasia de la cultura
mexicana. Así, la persona que la escucha en un entierro, sepelio, no puede sino
sentir un nudo en la garganta cuando el mariachi interpreta: “A dónde irá veloz
y fatigada/ la golondrina que de aquí se va.”
CDXL.
Siempre conocemos a alguien que
se murió.
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