CCCLXI.
La
efigie del Sagrado Corazón de Jesús parece pedir en la taquilla dos boletos
para el concierto.
CCCLXII.
El estetoscopio son los
audífonos con que el médico escucha la canción del corazón de los impacientes.
CCCLXIII.
El
flamenco sediento sorbe el agua con sus popotes.
CCCLXIV.
Las aves zancudas sólo saben
contar hasta el 11.
CCCLXV.
El tren en marcha hace que se repita pita pita
su paso por los ojos de nuestra mente una y otra y otra vez...
CCCLXVI.
La
jirafa es el periscopio con que África espía a Europa.
CCCLXVII.
Acostados
dentro del féretro, los tiranos, los reyes, los papas, los políticos... duermen el sueño de los niños inocentes.
CCCLXVIII.
El
polemista es un niño que intencionalmente patea la pelota para romperle el
vidrio a su vecino.
CCCLXIX.
La
agreguería es una sonrisa que se esboza cuando se lee.
CCCLXX.
Por la
noche los animales africanos se tapan con la sabana del cielo estrellado.
CCCLXXI.
La
memoria está hecha más de olvidos que de recuerdos.
CCCLXXII.
El nabo sabe a tierra aun después de que lo
lavan con esmero.
CCCLXXIII.
El bostezo
es un grito silencioso que ven los demás, pero que sólo cada cual escucha.
CCCLXXIV.
A mi
suéter de botones se le cayó el ombligo con todo y panza.
CCCLXXV.
Los
puentes levadizos son los limpiaparabrisas del horizonte.
CCCLXXVI.
Los “secuestros
express” se entregan en vagoneta.
CCCLXXVII.
Anoche
me comí una pesadilla de queso y ya no pude dormir.
CCCLXXVIII.
Disfruto
mucho del sabor que me imagino que tiene el detergente en polvo que huelo.
CCCLXXIX.
El
borracho es un mamífero que anda en cuatro patas.
CCCLXXX.
Las
verduras son aquel castigo saludable que los padres le imponen a sus hijos
“para que crezcan sanos”... bla, bla, bla...
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