CLXXXI.
Berlín es un parque temático
vivo del racismo con guías xenófobos que hablan en alemán. (Esta agreguería,
por cierto, es racista.)
CLXXXII.
La ciudad de Burdeos se parece
mucho a las ilustraciones de las ciudades francesas de los libros de francés.
CLXXXIII.
Toledo es la única ciudad
antigua que posee una escalera eléctrica desde donde se ve la modernidad.
CLXXXIV.
La cuchara es la catapulta con
que el niño hace papilla a sus enemigos.
CLXXXV.
Barcelona fue edificada por las
gárgolas.
CLXXXVI.
Las vistas de los bosques
vieneses las sacaron de un cuadro paisajístico.
CLXXXVII.
Budapest es una ciudad museo al
aire libre.
CLXXXVIII.
París es esa ciudad habitada por gárgolas en la que
destaca una plataforma petrolera con la que los turistas se quieren
fotografiar.
CLXXXIX.
En Ámsterdam uno se emborracha
—incluso sin beber cerveza— de tanta agua.
CXC.
Los tomates son armas de
diversión masiva.
CXCI.
El perro es el corcel en que
los niños marchan a la guerra al frente de sus soldados de plástico.
CXCII.
El piloto de combate mata su
impaciencia antes de subir al avión mientras calienta el pulgar, sacando y
metiendo la punta del bolígrafo.
CXCIII.
A la pluma fuente se le escurren
las letras cuando la sacudo.
CXCIV.
El arpista le hace cosquillas
al viento con su interpretación.
CXCV.
Los zapatos tenis son los
corsés de los pies.
CXCVI.
Audífonos: orejeras de los
melómanos solitarios.
CXCVII.
El dinosaurio, ese gigantesco y
temible monstruo prehistórico de juguete con que se divierten los niños de esta
época.
CXCVIII.
El citador de frases es un
“reductor de cabezas” de libros.
CXCIX.
¿Será que quien le pide al
cantinero “lo mismo” que su acompañante, pretende ponerse “igual” de pedo que
éste?
CC.
Se avecina una tormenta: el
tipo que da el clima en las noticias se puso la capucha y abrió su paraguas.
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