DXXI.
Los murciélagos se despojan de
la frazada con que se calentaban cuando despliegan las alas.
DXXII.
Los fantasmas gustan de tomar
el sol después de lavar su sábana blanca.
DXXIII.
El sostén es el antifaz de los
pezones.
DXXIV.
El arquitecto que edifica
rascacielos se olvidó de su escuadra escolar en lo alto de la grúa.
DXXV.
Los árboles del bosque nunca se
cortan el cabello.
DXXVI.
Cuando caminamos por las calles
adoquinadas parece que nos dirigimos al pasado.
DXXVII.
Acueducto: Argos que nos
observa con sus ojos de piedra.
DXXVIII.
Balcones, pómulos de las
edificaciones.
DXXIX.
La juventud es la vejez
planchada que se arruga con el tiempo.
DXXX.
Un parque es un bosque que se
quedó atrapado dentro de la ciudad.
DXXXI.
Los mendigos trabajan cuando se
les da la gana.
DXXXII.
La vejez es la mejor dieta.
DXXXIII.
Los que se ahogan en el mar pareciera
que se divierten chapoteando.
DXXXIV.
Los girasoles son los faros del
día.
DXXXV.
Adivino que el gitano me
estafará cuando me lea la mano.
DXXXVI.
El cielo es anciano: lo sé por sus
canas.
DXXXVII.
El gusano de la botella de
mezcal murió de una congestión alcohólica.
DXXXVIII.
La computadora sólo es una
televisión más moderna con teclas.
DXXXIX.
Los sueños infantiles que
lanzamos o embarcamos respectivamente en los aviones o barcos de papel, siempre
se estrellan y hunden ante nuestros ojos de adulto.
DXL.
Cuando disfruto de la Ópera en
la Sala de Concierto y observo a toda esa gente abriendo la boca, me siento en el consultorio del
odontólogo.
Botella de mezcal con gusano. |
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