CLI.
Hay vendedoras hermosas y jóvenes,
a quienes sí dan ganas de comprar... un automóvil, una casa, e incluso un yate...
CLII.
Algún día aparentaré la edad
que tengo realmente, lo prometo.
CLIII.
Sólo hay algo que detesto más
que a políticos, abogados, periodistas...; y es a los seres humanos.
CLIV.
Lo que más me gusta de mi
trabajo es salir de él.
CLV.
Ustedes aspiran a la felicidad;
yo, en cambio, a ser menos infeliz.
CLVI.
No comprendo por qué la gente
se sorprende tanto con la conversión del agua en vino. Yo convierto el vino en
agua, y no predico con ello, ni lo pregono por doquier.
CLVII.
En realidad mi trabajo no me
disgusta tanto como la gente con la que laboro.
CLVIII.
Fieles a su prurito de limpieza,
las mujeres se llevan antes a la boca aquello sobre lo que se sentarán
posteriormente.
CLIX.
Discúlpense si los ofendí.
CLX.
A pesar de ustedes, fue una
buena vida.
CLXI.
Nunca sufrí una derrota:
siempre me retiré antes de que comenzara la batalla.
CLXII.
Un niño grosero es culpa de sus
padres. Un adulto grosero, de sí mismo.
CLXIII.
Soy un excelente actor a tal
grado, que soy capaz de interesarme en lo que en realidad me importa.
CLXIV.
Padres, estén tranquilos: sus hijos
vengarán a los abuelos.
CLXV.
Me resulta molesto que en los
empleos se señale eso de “sexo indistinto”, mientras yo me he esforzado tanto por
definirme.
CLXVI.
Me interesa mucho que quienes
piensan que soy misógino, no se queden con una idea errónea y parcial sobre mí:
soy misántropo.
CLXVII.
La gente quiere a las personas
como yo de su lado, nunca junto a ella.
CLXVIII.
Las esposas de los toreros
gustan asistir a la plaza para experimentar, aunque sea una vez en su vida, una
“corrida”.
CLXIX.
Después de analizarlo concienzudamente,
he llegado a la conclusión de que el término “misántropo” no es adecuado para
mí: yo no odio a los humanos; sólo los desprecio.
CLXX.
Considero que de las dos
opciones que disponía como ser humano, afortunadamente me tocó, no la mejor,
sino la menos peor. Escribo esto sin misoginia —acaso sea el único texto que he
escrito, que carece de ella.
CLXXI.
Aquí en México me encuentro rodeado
por una bola de vencejos.
CLXXII.
Mi bienestar no me alegra tanto
por mí, sino por la envidia que les genera.
CLXXIII.
Ustedes ni se imaginan cuánto
bien me hace que les vaya mal.
CLXXIV.
Pórtense
con su perro como les gustaría que los trataran sus hijos cuando sean ancianos.
CLXXV.
La sociedad humana sería
perfecta si careciera de personas.
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