XLI.
El beso es un secreto que
prefirió confesarse en la boca y no en el oído.
XLII.
Cuando hay niebla es cuando uno espera más ver algo.
XLIII.
Para algunos la cabeza sólo es
el perchero del sombrero.
XLIV.
Hay “hombres brillantes” no por
su cerebro, sí por su cabeza.
XLV.
Los conferencistas se
dirigen al auditorio colmado de personas como si estuviera vacío.
XLVI.
El ave es el sommelier, catador de vino, del reino
animal.
XLVII.
El servicio de la peluquería es
pésimo: siempre nos ponen un babero enorme, pero nunca nos traen la comida.
XLVIII.
Las puertas giratorias son la
mejor decisión de los indecisos.
XLIX.
Los caballos de tiro siempre
tienen la cara larga.
L.
Los que trabajan en la Banca siempre
están sentados.
LI.
Por la mañana el cielo nos
sirve de desayunar un gigantesco huevo estrellado.
LII.
La gente que dice ser de “mente
abierta” es aquella a la que nunca se le cerró la mollera.
LIII.
Los elefantes tienen patas de
raíz de árbol.
LIV.
El jardinero se desempeña como
el peluquero y el manicurista de los árboles.
LV.
Algunos árboles parecen seres
humanos petrificados —o por decirlo con mayor exactitud, “maderificados”.
LVI.
El gato que quiere orinar se
inhibe ante la vastísima “caja de arena” del desierto.
LVII.
Las nubes cargadas de tristeza
le llenan de agua los ojos al cielo.
LVIII.
Cuando sale a la calle el
automóvil se calza las llantas, después de ponerse sus rines.
LIX.
La verdadera utilidad del
telescopio astronómico estriba en que el Universo lo usa como microscopio para
poder analizarnos.
LX.
El bonsái es un paisaje japonés
en miniatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario